martes, 19 de septiembre de 2017

Muere Stanislav Petrov, el hombre que salvó al mundo de una guerra nuclear

Muere Stanislav Petrov, el hombre que salvó al mundo de una guerra nuclear
Stanislav Petrov (Scott Peterson / Getty)
 Era el 26 de septiembre de 1983 y al mundo le había llegado su hora. En el centro de mando de Inteligencia soviético, un búnker secreto a las afueras de Moscú, las luces se volvieron rojas y los radares comenzaron a dar la alarma: lo que parecía un misil balístico de Estados Unidos se acercaba a la Unión Soviética. Poco después, los sistemas soviéticos localizaron otros cuatro artefactos en el aire. Una guerra atómica estaba a punto de empezar.

Parece el comienzo de una historia de ficción apocalíptica, pero hasta ese momento todo era absolutamente verdad. Pero afortunadamente el apocalipsis nuclear no llegó porque quien estaba al frente de los radares era un oficial del ejército soviético que, a pesar de las circunstancias, supo mantener la cabeza fría. “Sólo fue un episodio de mi trabajo. Fue difícil, pero reaccioné bien. Ya está”, dijo Stanislav Petrov con flema militar en el documental del 2014 El hombre que salvó el mundo. La misión como supervisor de Petrov, que entonces era un teniente coronel del Ejército del Aire de 44 años, habría sido avisar al Kremlin o a sus superiores en 15 minutos. Eso podría haber desencadenado una respuesta con el lanzamiento de misiles soviéticos 15 minutos después, lo que a su vez podría haber provocado el lanzamiento de verdaderos misiles estadounidenses. La destrucción mutua estaba asegurada.

Sin embargo, decidió esperar unos segundos. Un “buen instinto” le decía que si los estadounidenses hubiesen desempolvado sus bombas atómicas para atacar a su gran enemigo habrían utilizado todo el arsenal disponible y el radar habría detectado cientos de misiles. Así que en vez de activar la tercera guerra mundial, decidió que no podía ser y que lo que estaba viendo era en realidad un error del sistema de alerta temprana de misiles. No estaba del todo seguro, pero “veintitrés minutos después me di cuenta de que no había pasado nada. Si hubiese habido un ataque de verdad, ya me habría enterado. Eso fue un alivio”, confesó en el 2013 a la BBC.

No es exagerado decir que con lo que hizo, o mejor con lo que no hizo, salvó al mundo. La humanidad vivía la guerra fría con gran intensidad. Ronald Reagan, que hacía planes para poner en marcha su guerra de las galaxias, había declarado a la URSS “el imperio del diablo” y Yuri Andropov estaba convencido de que EE.UU. preparaba un ataque nuclear. Tres semanas antes el ejército soviético había derribado un avión de pasajeros surcoreano con 269 personas a bordo.

Una investigación interna posterior demostró que el buen instinto de Petrov fue una bendición, pues los satélites soviéticos habían confundido los rayos de sol reflejados en las nubes con el motor de supuestos misiles. Aunque al principio sus superiores alabaron su acción, no recibió ningún reconocimiento. Al contrario, el mando militar, avergonzado por el fallo de los sistemas, le utilizó como chivo expiatorio y le reprendió por no haber completado el papeleo de rutina durante el incidente. Se retiró un año después, y desde entonces vivió en Friázino, una pequeña ciudad a 20 kilómetros de Moscú.

Lo ocurrido ese 26 de septiembre de 1983 sólo se hizo público en 1998, al publicarse las memorias del general Yuri Vótintsev, su superior en esos minutos cruciales. Por su acción recibió entonces, entre otros, dos premios World Citizen de la Asociación de Ciudadanos del Mundo, el premio de la Paz de Dresde y fue homenajeado en la ONU y en el Senado de Australia.

Nacido en Vladivostok el 7 de septiembre de 1939, Stanislav Petrov falleció en Friázino el pasado 19 de mayo, aunque la noticia de su muerte no se conoció hasta ayer.


No hay comentarios:

Publicar un comentario